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La onicocriptosis, más popularmente conocida como “uña encarnada o uñero” es una dolencia frecuente en adultos y niños:

.Mujeres por el uso de calzado estrecho y de tacón.

.Corredores de asfalto y montaña, por el choque repetido de la uña contra el calzado.

.Futbolistas, por los golpes que recibe la uña al pegar al balón y por las características de la bota, estrecha en antepié.

Pero también pueden sufrir esta patología otras personas deportistas o no, en un momento puntual.

El dedo comienza a ponerse rojo, duele, dan pinchazos aun en reposo y puede incluso llegar a inflamarse, teniendo infección.  Estos síntomas y signos cuando ya han aparecido, deben combatirse visitando al podólogo. Este , extraerá el trozo de uña que se está clavando en la piel  y  pondrá un tratamiento si fuere necesario con antibiótico oral o en pomada. Esta medida curativa no es definitiva, ya que la uña vuelve a crecer.

Si esta situación se sucede de forma repetida y las visitas al especialista se hacen de forma frecuente, aun habiendo tomado medidas  preventivas acerca del tipo de calzado, procurando que este sea algo más ancho o en corredores, comprando medio o incluso un número más del habitual, deberá de tomarse una solución definitiva y olvidar el calvario que supone tener la uña clavada cada vez que crece un poco, lo que puede ser cada mes.

La solución radical a este problema tras el fracaso de las medidas preventivas, pasa por una cirugía ambulatoria, lo que quiere decir que se hace en consulta, con anestesia local del dedo, en muy poco tiempo y con una recuperación rápida y eficaz. Se realiza la extracción sólo del borde dañado y la aplicación de un ácido llamado fenol para “quemar” las células matriciales y que no vuelva a crecer, aquí radica la diferencia con “quitar un trozo” en la consulta habitual.

 

En ocasiones, hay personas que han desarrollado en el borde de la uña que se clava, un “bultito” de tejido fibrosado , ocasionado por numerosas infecciones . Este, en el caso de existir, también se extrae en la cirugía, siendo en ocasiones necesario poner un punto de sutura o adhesivo dependiendo del tamaño del abultamiento.

La persona, tras esta sencilla intervención podrá recuperar sus actividades sin miedo a padecer ese dolor tan molesto nunca más, ya que es algo definitivo.

 

 

 

 

 

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